La bomba atómica de Francisco Franco ( Parte 1 )
El asesinato de Carrero Blanco 24 horas después de discutir con Kissinger frenó los planes armamentísticos.
Francisco Franco contó con la ayuda de varios científicos nazis
para crear una bomba atómica. Así lo relata el historiador Lino Camprubí que ha revelado los motivos que llevaron al
régimen a desarrollar la bomba atómica.
Al parecer, todo comenzó tras las
bombas de Hiroshima y Nagasaki, cuando todas las naciones
vieron el potencial de las armas nucleares y quisieron conseguir una para
defenderse en una hipotética guerra nuclear.
España, junto con los países perdedores de la II Guerra Mundial
(Alemania e Italia, que tenían completamente prohibido investigar en esta
materia), decidió crear una
junta secreta para desarrollar un arma que compartir entre las tres naciones.
España quería guardar todo el proyecto en secreto porque la continuidad del
régimen estaba en entredicho y necesitaba ahora seducir a Estados Unidos para
no caer en el completo ostracismo.
Así, el Gobierno de Franco entró en contacto con
varios asesores científicos nazis, como Heisenberg (considerado
el padre de la bomba atómica nazi, que jamás llegó a desarrollarse) con el fin
de recibir asesoramiento en la materia. La obsesión de Hitler durante sus
últimos años había sido conseguir una bomba atómica, y sus
científicos contaban con muy buena formación en esta materia (además de contar
con ciertas simpatías hacia el régimen de Franco, que había colaborado a través
de la División Azul en el Frente Ruso, a pesar de haberse mostrado oficialmente
neutral).
Durante los años 47 y 48, cuando aún España sufría
el aislacionismo internacional, contar con científicos de la talla de
Heisenberg (que estuvo en nuestro país seis meses) u Otto Fritz, fue
todo un orgullo para un país con el que nadie quería tener relaciones.
Con Italia, por otro lado, el intercambio incluyó
el envío gratuito de uranio extaído de las minas nacionales a cambio
de que los expertos del país transalpino acudiesen a nuestro país para formar a
los físicos españoles.
Unos acuerdos que rápidamente se
truncaron.
Carrero Blanco estaba completamente obsesionado con
la bomba nuclear
El problema de todo ello es que Alemania, al poco
tiempo, tuvo la capacidad de desarrollar sus propias investigaciones
sin que se lo prohibiese nadie, mientras que Italia dejó de interesarse por
España cuando descubrió que las reservas de uranio que poseía el país ibérico
no eran tan amplias como se pensaba.
Por otro lado, Estados Unidos interfirió
para que Italia abandonase su programa de independencia nuclear y
pasara a depender de la administración norteamericana. Por todo ello, finalmente,
las relaciones fueron enfriándose.
Según relata el historiador José Lesta "la
persona que se obsesionó con el asunto fue Carrero Blanco" que, junto a
Franco, tenía la intención de "entrar en el selecto club
nuclear, lo que hubiera concedido a España tener derecho de veto en la
ONU".
Por otro lado, "esta tecnología permitiría dar
un espaldarazo muy importante a la situación geoestratégica de la dictadura
franquista en Europa, ya que sería el único país con armas nucleares -tras
Francia- en el continente", afirma el historiador.
Y junto a todo ello, apunta a un último
motivo: "Para Franco sería importante disponer de una bomba atómica de
cara a ejercer una gran presión real sobre su eterno enemigo: Marruecos -y por
extensión, sobre todo el Magreb-, teniendo muy en cuenta al Sáhara que, no por
casualidad, era donde debía probarse la primera detonación experimental".
La Junta de Energía Nuclear
Por todos los motivos, finalmente se crea en 1951
la Junta de Energía Nuclear, con el fin de conseguir una bomba atómica para
España. Franco encargó el proyecto al General Vigón, aunque quien
realmente pilotaría todo (oficialmente, tras la muerte de Vigón en 1955), sería
el almirante Carrero Blanco, que continuó obsesionado con el asunto hasta el
final de sus días.
Para contar con el dinero suficiente, Franco se
encargó de recibir una subvención de Estados Unidos que, supuestamente, iba
destinada para el desarrollo de la energía nuclear para uso civil. No se
cumplió y todo fue destinado a la bomba atómica. Con la
financiación, el país poseía todo lo necesario para fabricar la bomba, tan solo
precisaba del combustible, aunque podía adquirirlo en diversos mercados.
Fue en ese momento cuando surgió Francia, que ya se
había situado a la cabeza de Europa en materia nuclear. Se ofreció a vender
plutonio al país ibérico y España lo aceptó gustosamente. Mientras tanto,
Estados Unidos y la U.R.S.S. no conocían nada, ya que no querían que
ningún vecino rompiera su hegemonía nuclear. De hecho, los americanos
ofrecieron a España y Francia firmar un Tratado de No Proliferación Nuclear
aunque ambas naciones finalmente se negaron.
El accidente de Palomares y un
asesinato que cambió todo
© Proporcionado por Los Replicantes El
incidente de Palomares estuvo relacionado con la investigación de una bomba
nuclear
Así, a finales de 1960, España contaba con
todo lo necesario para fabricar la bomba. Tan solo le faltaba un elemento indispensable,
que era del detonador de la carga. Sin embargo, en unas pruebas en Palomares, parece
ser que algo no funcionó "como debía" y el agua se contaminó más de
la cuenta.
Todo ello ya estaba poniendo en alerta al resto de
las potencias europeas, que no veían con buenos ojos que una dictadura
contase con armas nucleares tan cerca de su territorio. A pesar del
secretismo que rodeaba al proyecto, los progresos que España estaba realizando
en instalaciones y tecnología nuclear de doble uso, civil y militar, no
pasaron desapercibidos para los Estados Unidos.
Por todo ello, Henry Kissinger acudió en nombre del
país norteamericano para entrevistarse con Franco y sobre todo con
Carrero Blanco, con quien permaneció la mayor parte del tiempo.
Llama la atención que Carrero había afirmado
haberse sentido amenazado cuando salió del encuentro con Kissinger, con
quien llegó a mantener más de una palabra subida de tono. De hecho,
Kissinger le instó a firmar el tratado de no proliferación nuclear y abandonar
todos los planes, pero no consiguió sus pretensiones.
24 horas después de discutir con Kissinger, el
coche del mayor impulsor de los planes atómicos de España saltaba por los
aires y con él perdía su vida uno de los mayores estandartes del
inmovilismo franquista.
Poco después de morir Carrero, alguien que no se ha identificado
produjo un sabotaje en las instalaciones donde se estaban realizando las
pruebas, un movimiento que terminó con los planes
nucleares de España.
Tras la muerte de Carrero también desaparecieron
de la base aérea de Torrejón varias minas antitanque de alta tecnología que se
controlaban inalámbricamente y con sensores acústicos. Todas
las armas habían llegado desde la base de Fort Bliss (Texas) y estaban
controladas por las fuerzas norteamericanas.
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